En nuestro anterior libro "EL PADRE DE GARDEL", si bien habíamos hecho un análisis parcializado de la vida de Paul Jean Lasserre, no se nos escapaba indagar sobre el origen desconocido de su patrimonio, posterior a su detención.
También calificábamos severamente su inconducta frente a su presunto hijo.
Los hechos posteriores confirmaron nuestras sospechas.
Ellas aparecen estudiadas y documentadas en un nuevo análisis que abarca la trayectoria de Paul Lasserre, desde su salida de la Cárcel, hasta su muerte en 1921 que se prolonga hasta mediados de 1940 a través de sus deudos.
El libro, escrito conjuntamente con Georges Galopa está en preparación, en su etapa impresora y se distribuirá a través de PROA en el mes de julio próximo.
Su título será “EL JOVEN GARDEL Y UN VERGONZOSO LEGADO”, prologado por nuestra Ana Turón
Para Lasserre, Carlos Gardes nunca existió, por las razones que fueran.
Empero, a ese niño el destino lo protegió, en su inocencia, de ser un probable portador de los peores atributos.
Desde ladrón a proxeneta, Lasserre, transitó distintas escalas delictivas rigurosamente documentadas hasta su muerte en 1921.
No sé a qué viene que un pariente y sus adherentes locales pretendan blanquear su prontuario, buscando parentescos irreconciliables con que procuren enaltecer sus desteñidos blasones.
Este ser marginal será siempre un individuo ajeno a una historia brillante que no le pertenece y es su contrafigura.
El repudio hacia esa iniciativa por compatibilizar su identidad biológica, desde ahora, no deja de ser, además, una curiosidad morbosa, en manos de cronistas descalificados, que ayer se inclinaban fervorosamente por un tal Escayola y hoy ocultan su entusiasmo inicial, ante un fallido examen de ADN, sobre Lasserre, que tratan disimuladamente, de esconder en el olvido.
Ante un nuevo fracaso anunciado, se han llamado a silencio, pero sus nombres permanecen indelebles en la Prensa Complaciente.
Juan Carlos Esteban
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